La historia del Modernisme en Terrassa está relacionada con la evolución de su industria. A principios del siglo XX, la ciudad de Terrassa era una de las pioneras en la industria lanera y exportaba a todo el Estado y a las provincias de ultramar. La ciudad había cambiado desde la llegada del ferrocarril, en 1856, que había potenciado de manera definitiva el comercio y la industria. En el año 1875 el Ayuntamiento había encargado un nuevo plan urbanístico al maestro de obras Miquel Curet y, al año siguiente, se decidió derruir el recinto fortificado que todavía seguía en pie. Al mismo tiempo, la construcción en 1896 de un puente al este, sobre el torrente de Vallparadís, y el inicio de todo el proceso que terminó con el cubrimiento de la riera del Palau, en el oeste, permitieron que la ciudad superara sus barreras naturales. Una serie de nuevas tipologías arquitectónicas transformaron radicalmente la imagen de la ciudad. Se sustituyeron las antiguas viviendas rurales por casas entre medianeras; a las afueras del núcleo urbano se construyeron nuevas fábricas y suntuosos almacenes comerciales cubrían el camino entre el centro y la estación del ferrocarril.
En 1891 llegó a Terrassa Lluís Muncunill i Perellada, el arquitecto que daría un giro a la imagen de la ciudad y que dejó el conjunto de edificios industriales más significativos del Modernisme catalán. Hasta 1903 Muncunill ejerció como arquitecto municipal y trabajó dentro de los estilos eclécticos, desde el edificio neogótico del Ayuntamiento, hasta el ecléctico Palau d'Indústries, sede de la Escuela Industrial. Al dejar el cargo se dedica a los encargos privados y entonces dará lugar a su producción modernista. Muncunill combinará unas formas inspiradas remotamente en el gusto gaudiniano con un gran conocimiento de la técnica arquitectónica, el dominio de los materiales, el ladrillo tradicional y el hierro colado. Pero la gran aportación de Lluís Muncunill fue la recuperación de la tradicional bóveda catalana con tirantes metálicos sobre pilares de fundición. Esta solución le permitió formas de gran belleza sea en las construcciones fabriles, como el Vapor Aymerich, Amat i Jover (1907-1909), o en las viviendas, como la Masía Freixa (1905-1910) -remodelación de un antiguo edificio industrial-, que son, por otro lado, las obras más significativas de su producción. Otros arquitectos como Melcior Vinyals, Antoni Pascual Carretero y Josep M. Coll i Bacardí dejaron también en la ciudad obras modernistas dignas de consideración.