Aunque nacido en el seno de una familia humilde, el ambiente intelectual existente en su hogar ejerció una influencia decisiva para que se trasladara desde Tortosa a Barcelona a estudiar Arquitectura. Para poder costearse sus estudios, trabajó con su profesor Augusto Font. Durante estos años de estudiante conoce a Gaudí, con el que llega a colaborar.
Tras trabajar en Tortosa (1887-1890) y Gandía (1891-1893) como Arquitecto municipal, pasa a Murcia, para ejercer como Arquitecto de Hacienda (1893-1897).
En 1895 llega a Cartagena, que en aquellos momentos era una ciudad con una economía floreciente como consecuencia del auge de la minería. Es en ésta ciudad donde realiza lo mejor de su producción para esa nueva burguesía minera, destacando entre otras muchas obras modernistas la Casa Cervantes (1897), el Casino (1897), el Palacio Aguirre (1898), la desaparecida Casa Beltrí (1904), el Edificio Barthe (1906), el Edificio Alessón (1906), la Casa Maestre (1906), en colaboración con Marceliano Coquillat, el Panteón Aguirre (1906), la Casa Dorda (1908), la Casa Zapata (1909), el desaparecido Real Club de Regatas (1911), el Gran Hotel (1912), la inigualable Casa Llagostera (1913), con una fantástica fachada de azulejos obra del ceramista Gaspar Polo, la Casa del Niño (1917), el Huerto de las Bolas (1918) y el Panteón de Celestino Martínez (1921). Así mismo realiza notables obras modernistas fuera de Cartagena, tales como el Mercado de Abastos (1901) y el Panteón de los Hermanos Salmerón (1905), ambas en la ciudad murciana de La Unión, o el Palacete París (1908 h.) en Gandía.
Arquitectónicamente se decantó inicialmente por un eclecticismo, para integrarse rápidamente en un modernismo en el que incorpora elementos de las escuelas catalana, francesa, belga o vienesa. Destaca el concepto global de sus edificios, consiguiendo en sus obras la perfecta integración de todas las artes aplicadas, dentro del más puro espíritu modernista. Con Beltrí nos encontramos ante el mejor representante de esta corriente en la Región de Murcia.